🎯 Lo que me salvó como director no fueron mis decisiones, sino mis narrativas...
Hace muchos años me presenté a un concurso de antecedentes para ocupar el cargo de director de un centro de investigación en el que trabajaba, y lo gané. Durante muchos años había soñado con ocupar ese cargo y me había preparado para ocuparlo. Rápidamente comencé a tomar decisiones que consideraba de alta importancia e impacto para nuestro trabajo y para el sector al que asistíamos.
Sin embargo, al principio las cosas no funcionaron bien. Parte del consejo directivo que asesoraba al centro consideraba que ellos debían darme ordenes a mi y yo debía acatarlas. Mi interpretación de lo que significaba ser director distaba mucho de la idea de un ejecutor de ordenes de algún jugador político influyente del sector.
Durante un tiempo me llené de interpretaciones negativas acerca de lo que podía pasar: "todos mis sueños se van a malograr", "me van a hacer la vida imposible", "no hice todos estos esfuerzos para terminar así", "¿qué va a pasar si fracaso como director?", entre muchas otras. Por un tiempo traté de aquietar las aguas y evitar que el conflicto escale. Pero no era un tema de maneras, era un tema de negociación política y poder. Estaba muy estresado y frustrado.
Hasta que poco tiempo después hice un click. Comencé a pensar las cosas de otra manera: "Mi vida no se define por un cargo", "Si mi cargo implica desarrollar las iniciativas que considero relevantes, eso voy a hacer y veré como puedo lidiar con los conflictos", "si voy a perder mi posición lo voy a hacer apostando por lo que creo lo mejor para el centro".
Paradójicamente, una enorme serenidad me embargo a partir de ese momento, deje de sentirme a la defensiva y comencé a negociar con los distintos actores desde una posición de mayor seguridad y equilibro. Pude lograr la autonomía y el despliegue que quería para mi rol y produje resultados destacados en los siguientes cinco años. Había pasado de una narrativa de fatalidad a una narrativa de posibilidad.
Esta experiencia fue muy reveladora para mi: gran parte de la dificultad en la situación tenía que ver con las narrativas en las que estaba al enfrentarla. Cuando ese punto de vista cambió todo cambió. Descubrí que en parte estaba atrapado en narrativas de fatalidad, en las que mi futuro aparecía fijo. Cuando cambié a narrativas de posibilidad y de propósito, la situación se volvió un juego en el que podía ganar o perder, pero que podía jugar en mis propios términos.
Te comparto tres claves fundamentales para este desplazamiento narrativo que también se convertirá en un desplazamiento anímico:
Clave #1: Reconocer que no vemos la realidad tal cual es, sino filtrada por nuestras narrativas, estados de ánimo y distinciones.
Clave #2: Al tomar conciencia de “desde dónde miro”, aparece la posibilidad de elegir nuevas formas de observar.
Clave #3: El ego se aferra a narrativas defensivas: tener razón, culpar, controlar. El entrenamiento consiste en soltar la necesidad de tener razón y abrirse a escuchar otras interpretaciones.
Clave #4: Transformar la narrativa es re-declarar quién soy y qué me es posible.
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