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Venenos anímicos del líder: la ansiedad

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Los estados anímicos moldean nuestra experiencia del mundo. La ansiedad, con su foco en lo incierto del futuro deteriora la calidad de vida del líder.

Sigo el recorrido por los estados anímicos limitantes, luego de que la primera entrega (agobio) alcanzara un récord de visitas en este blog. Esto último, de alguna manera confirma una experiencia repetida en mis seminarios, vemos que aparecen ciertos estados anímicos que resultan barreras para el desempeño de líderes y equipos. Nos identificamos rápidamente con la experiencia penosa de vernos o ver a otros en estos estados anímicos.

Ya dijimos que los estados anímicos son formas de la emocionalidad menos perceptibles, menos superficiales y menos agudas que sus parientes, las emociones propiamente dichas. Estas últimas, son siempre producto de algún evento que las desencadena. El miedo es una emoción de las más básicas, aparece porque evaluamos que estamos bajo alguna amenaza concreta a partir de lo que ha pasado. Doy este ejemplo del miedo porque en este artículo me dedicaré a describir un estado de ánimo que es una suerte de derivado del miedo y que resulta altamente tóxico para el bienestar en las organizaciones: la ansiedad.

Veamos algunas dimensiones para observar este estado de ánimo:

  • Trasfondo interpretativo: cómo ya dije podemos interpretar las emociones en general como la expresión de ciertas evaluaciones acerca de las circunstancias presentes (emociones) o las posibilidades futuras (estados anímicos). Podríamos decir que el ¨cuento¨ detrás del miedo es ¨algo malo podría pasar¨. La ansiedad es una suerte de generalización del miedo. La ansiedad es una suerte de miedo del futuro. Para quien esta dominando por el estado anímico de ansiedad la interpretación dominante podríamos expresarla así: ¨El futuro es incierto, no se como responderé. Debo permanecer alerta para no perder posibilidades.¨ La trampa de la ansiedad queda tendida: ¨si me mantengo alerta puede que logre controlar los eventos y lograr,entonces alguna vez la tranquilidad¨. La ansiedad se reproduce si busco garantizar el control de los eventos.
  • Relación con la acción: en el estado de ansiedad la persona está comprometida con la acción, pero su compromiso es insatisfactorio. La acción es muy desenfocada, porque no se sabe de donde va a llegar la desgracia. El ansioso está en pie de guerra con un enemigo invisible. La acción es siempre insuficiente porque el futuro incierto puede depararnos nuevas desgracias. Ningún resultado tranquiliza porque siempre el foco está en la incertidumbre por el próximo resultado que debemos producir. La ansiedad implica una suerte de adicción a los resultados. Esta emparentada, de algún modo, con las conductas adictivas: persigue un deseo que nunca se satisface, una acción que nunca se completa.
  • Relación con la temporalidad: los distintos estados de ánimo podríamos decir que implican adoptar un punto de vista especifico respecto de la temporalidad. Una elección de mirar las posibilidades desde el pasado, el presente o el futuro. Desde la ansiedad la persona mira el mundo y las posibilidades desde un futuro incierto, que mira con intranquilidad dado que bien podría no estar preparado para lidiar con él. En definitiva, el ansioso no puede vivir la vida con presencia en el aquí y ahora, es un adicto al futuro. Cioran decia: ¨la ansiedad, o el fanatismo de lo peor¨.
  •  Mirando desde dentro: Desde la ansiedad, la persona se ve por debajo de las circunstancias. Amenazada permanentemente por la posibilidad de no alcanzar el próximo objetivo, que vive como una especie de muerte pequeña. El ansioso expresa un miedo a vivir por una gran desconfianza respecto del futuro.
  • Mirando desde fuera: Como observadores podemos ver a la persona en estado de ansiedad como alguien que deposita su autoestima en alcanzar el próximo resultado, lo cual hace que la serenidad y el equilibrio no sean posibles. Tampoco puede confiar en sus recursos para fluir con el proceso de su tarea y de su vida. Tal como ocurre en las adicciones más conocidas la persona pierde conexión con sus instintos, su intuición y con el registro visceral de los límites. Desde la ansiedad la persona no puede acceder a los que Claudio Naranjo llama la ¨sabiduría organísmica¨, aquella disposición ante el mundo que no surge del análisis sino del dejarse fluir (¨como lo hacen los girasoles a medida que el sol se va moviendo¨).

Pregunta para reflexionar: ¿En qué circunstancias me vuelvo adicto a producir resultados buscando reducir la incertidumbre y producir una satisfacción que nunca llega? ¿Es un estado de ánimo familiar para mí? ¿De qué maneras podría salirme de la ansiedad?

 

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